Nada es más doloroso que la muerte de un ser humano. Particularmente cuando acaba de llegar a la juventud y la vida parece entregarse por entero con todas sus posibilidades a quien hace su arribo.
Si bien un accidente pareciera ser una muerte injusta para un joven, no hay palabras para describir la impotencia que se siente cuando el mismo joven termina con su vida a través de un suicidio, aún si uno no es el familiar directo, eso nos duele como humanidad.
Al año suman un millón de muertes por suicidio, pues se calcula que diariamente ocurren tres mil decesos por esta causa, según la Organización Mundial de la Salud.
Apenas en abril de este año, con motivo del foro “Prevención de Suicidio entre Jóvenes”, organizado por la Cámara de Diputados se dio a conocer que los suicidios han aumentado en México en un 270%, y representan la tercera causa de muerte en las primeras tres décadas de vida nos dice el artículo de Jardines Hernández, Rocío (20160413) Suicidios aumentan 270 % en México; adolescentes, los más vulnerables. wradio.com.mx. Recuperable en http://goo.gl/L3xAWy
Por su incidencia, desde hace unos tres años Puebla ocupa el sexto lugar en suicidios, es terrible saber que alrededor del 60% de los casos son personas entre los 15 y los 29 años.
Algunas veces el origen del suicidio puede considerarse una cuestión de honor, como en ciertos países asiáticos, como Japón o Corea del Sur, donde es la única salida posible al haber fallado, por ejemplo, en los estudios.
En otras ocasiones, se trata de condiciones de la cosmogonía colectiva, como ahora pasa en los países árabes, donde la vida de niños y jóvenes es tomada con fines bélicos que ellos aceptan, muchas veces, convencidos de que es lo mejor.
Y ni qué decir de lo que ocurría en el pasado, aquí en Mesoamérica, donde los jóvenes ofrendaban su vida para que saliera el sol otra vez, y formaban parte de los rituales de sacrificio.
Padres y maestros tenemos que prestar atención a los jóvenes cuando escriben obsesivamente sobre la muerte, se aíslen, no se arreglen o bajen sus calificaciones.
Olinto Montiel, psicoterapeuta humanista, nos dice que existe más riesgo cuando el joven experimenta descontento con el mundo en el que vive. Y acaso pensaremos que el mundo no es sencillo, que todos los seres humanos tenemos que enfrentar la frustración y aprender a encontrar salidas.
¿Acaso los adultos podríamos hacer algo por mejorar el entorno de nuestros jóvenes y contribuir a que haya menos suicidios?
Para un joven es más fácil cuando se sabe amado, y el amor no necesariamente es un dejarlo hacer todo lo que quiera.
Mucho podemos hacer para prevenir el suicidio: un abrazo sincero todos los días, mostrar respeto por el ser humano que es, no hablarle con groserías, darle libertad de tomar decisiones y enfrentarlos a las consecuencias de sus propios actos, además de que los regalos y buenos momentos no sean una obligación de los padres sino un acto espontáneo que ellos inspiran.
¿Estás de acuerdo conmigo querido lector?
Salvador Calva Morales es rector de la Universidad Mesoamericana.