“Es en el presente donde podemos modificar nuestra percepción del pasado e incidir en el futuro”.
Abel Pérez Rojas.
Gran parte del cansancio mental y fatiga física que padecemos se debe a los estragos de estar rememorando nuestras acciones del pasado y las preocupaciones de lo que será el mañana, de tal manera que entrampados en uno y otro extremo perdemos de vista que si nos concentramos en vivir el presente –el aquí y ahora-, aligeraremos la carga de estrés tan común en estos días.
Aunque hablar de estrés implica hacerlo de un tema amplio y profundo, sí podemos sintetizar que éste es “un sentimiento de tensión física o emocional. Puede provenir de cualquier situación o pensamiento que lo haga sentir a uno frustrado, furioso o nervioso”, medlineplus.gov (15/04/18).
También es importante tener presente que de manera controlada el estrés puede ser positivo porque es un mecanismo que hemos desarrollado como parte de nuestro proceso evolutivo para hacer frente a los desafíos y salir avante, pero es dañino y perjudicial cuando se sale de control y se prolonga por mucho tiempo.
Así que la cuestión está en ser conscientes de cuál es la actitud que asumimos frente a la vida, para poder reorientarnos en caso de que algo se está revirtiendo en contra nuestra y en detrimento de quienes nos rodean.
Debemos siempre tener a la vista que vivimos en una sociedad que en gran medida gira en torno al sufrimiento, al miedo a lo desconocido y a sentimientos de culpa que no logramos ubicar bien, pero siguen operando en nuestra forma de ser.
Por ejemplo, date cuenta que se toma como signo de que eres una persona “buena” si te afliges de lo que no hiciste correctamente, o, por otro lado, a la preeminencia que le damos a la certeza en el futuro.
No me interpretes mal, no estoy diciendo que vayamos haciendo y deshaciendo a nuestro paso, ni tampoco me refiero que seamos insensibles a las consecuencias de nuestras acciones en el futuro; a lo que aludo es a que no podemos quedar entrampados en uno y otro momento, porque ahí no se resuelve nada.
Es sólo en el presente donde podemos modificar lo que hicimos en el pasado, y también es el “aquí y ahora” donde podemos incidir en el futuro.
A propósito de esto último es oportuna una frase del Dalai Lama:
“Sólo hay dos días en el año en que nada se puede hacer. Uno se llama Ayer y el otro se llama Mañana. Hoy es el día adecuado para Amar, creer, y sobre todo vivir”.
Esta afirmación del Dalai Lama tiene un antecedente tan básico y obvio que otra vez parece de broma que lo tengamos frente a nosotros y no nos percatemos de su valor.
El valor del presente se descubre empezando por tomar consciencia de nuestra respiración, de la maravillosa acción que posibilita nuestra vida y que nos permite no “engancharnos” con nuestros pensamientos repetitivos y enfermizos.
El “aquí y ahora” empieza porque nos demos cuenta que nuestros pensamientos son parte de nosotros, pero nosotros no somos nuestros pensamientos, que lo que nos ata al pasado y nos preocupa del futuro es sólo una opción, pero que hay infinidad de opciones para progresar.
Bien se dice que si logramos descubrir el valor del presente estaremos en condiciones de poner orden esa especie de cabra loca que en cuarto de cristalería hace y deshace.
Vale la pena darse cuenta. Vale la pena intentarlo. ¿Estás dispuesto?
Abel Pérez Rojas (@abelpr5) es escritor y educador permanente.