“Simular para no cambiar,
he ahí el resumen de por qué las cosas siguen igual”
Abel Pérez Rojas
No basta con llegar al punto del encarcelamiento de los políticos corruptos, es necesario desmantelar las redes de complicidad que propician los actos que ahora investiga el Partido Revolucionario Institucional (PRI).
Sí, en las últimas semanas se ha hablado de los procesos internos de investigación que ha iniciado el PRI en contra de los gobernadores de Veracruz, Javier Duarte; de Chihuahua, César Duarte, y el ex gobernador de Quintana Roo, Roberto Borge.
De manera independiente a que sean o no expulsados, enjuiciados y luego sentenciados, las redes de corrupción e impunidad quedarán intactas. Es decir, se procede para que las cosas no varíen en el fondo ni un ápice.
Para entender lo que significa el suspender de sus derechos partidistas y, en su caso, proceder a la expulsión de dos gobernadores y un exgobernador emanados de las filas del partido tricolor, debe contrastarse con la coyuntura actual y su contexto histórico.
Tal vez la causa mayor por la cual no se llegue al fondo del asunto es que sería destapar cloacas que no sólo exhibirían la corrupción en las entidades federativas de las que se trata sino que estos nexos necesariamente involucrarían a la propia gestión federal.
De otra manera no podría explicarse cómo fue posible que durante sexenios enteros no se hubieran detectado los hechos que ahora constituyen los expedientes en posesión de la Comisión Nacional de Justicia Partidaria del PRI.
Sumido en el mayor descrédito del que se tenga memoria –sólo 2 de cada 10 mexicanos aprueba la gestión del presidente Enrique Peña Nieto-, el gobierno federal emanado del PRI necesita de una bocana de aire que dé cierta credibilidad popular para al menos poder concluir –como sea- el sexenio actual.
Por eso, además de las “cajas chinas” –distractores- que surjan de aquí al último día de la administración federal, se requiere de cierta legitimidad que les otorgue la posibilidad de incidir o, siquiera, sacar adelante el proceso electoral para la elección del próximo gobierno.
Pero no se irá más lejos en el combate a la corrupción.
No se irá más allá, porque los tiempos políticos se vinieron encima y cada día que pase es un día en el cual se pierde más poder para el grupo político actual.
Estamos a cuatro años de esta administración y lo que no se hizo en ese tiempo menos se hará en los dos que restan, cuando es bien sabido que el último año es totalmente electoral y de entrega-recepción a la administración siguiente.
Enrique Peña Nieto debe entender que, en calidad de priista y de Presidente de la República, tiene que llegar al fondo de estos y otros casos –empezando por los que giran en torno a él- porque de no ser así no se entiende cómo es que podrá concluir su mandato.
Por lo pronto la vox populi ya sacó su conclusión y adelantó su juicio: sea cual sea el resultado las cosas no cambiarán para nada de fondo.
¿Qué le parece?
Abel Pérez Rojas (@abelpr5) es escritor y educador permanente.