“Balón y goles al pueblo”.
Abel Pérez Rojas.
Ojalá le ganáramos a Alemania en solidez económica, en nivel educativo, en combate a la corrupción, en indicadores de vida democrática, en salud, en investigación científica y desarrollo tecnológico, pero no es así; en todos los ámbitos serios que valen la pena, Alemania golea, y apabullantemente, a México.
¿De qué sirve ganarle por la mínima diferencia por primera vez a Alemania en un Mundial, si en los asuntos vitales no hay punto de comparación?
La magna borrachera masiva en la cual cayeron millones de mexicanos por el triunfo de la selección nacional de futbol es fatua e inútil, cuando se ve con un poco de cordura.
Se le ganó por primera vez a la selección alemana en un Mundial, pero sirve sólo para la embriaguez emocional, porque eso ni nos saca de nuestros problemas, ni nos hace un país igual al teutón, ni es el pase al quinto partido, pero sí exhiben nuestra miseria.
Es comprensible que nos alegremos de un marcador como el del pasado domingo cuando nuestra historia está llena de muchos casos en los cuales el resultado ha sido el contrario.
También es entendible que los mexicanos busquemos el motivo para alegrarnos de algo cuando en el panorama nacional casi no hay nada del cual estar contentos: gasolinazos, masacres por todos lados, desaparecidos al por mayor, sismos diarios en las mismas zonas flageladas por la pobreza, corrupción y más corrupción, sólo por mencionar algunas de las grandes penas que venimos arrastrando.
Para poner en perspectiva lo que te vengo compartiendo tengamos presente que en el siglo XX Alemania perdió dos Guerras Mundiales en las cuales sucumbieron miles de vidas. Alemania quedó altamente destruida y endeudada.
Por si fuera poco quedó dividida por un muro hasta 1989, año en el que empezó un proceso de unificación que se coronó al convertirse en la columna vertebral de la economía de la Unión Europea.
Hoy Alemania es el país que saca la cara por toda Europa y compite al tú por tú en todos los rubros con cualquier otra potencia del orbe.
De México mejor ni hablamos. Estamos sumidos en la medianía del desarrollo mundial, no por la falta de talento y capacidad de los mexicanos, ni por la falta de recursos, estamos así porque vivimos en una “dictadura perfecta” mejorada y madurada durante gran parte del siglo XX y lo que va del XXI, que nos ha empobrecido y corrompido en casi todos los aspectos.
No hay punto de comparación entre Alemania y México, ni siquiera en el campo futbolístico aunque esta vez se les haya ganado. Debiéramos estar trabajando para ganarle a Alemania en todos los aspectos.
Está bien alegrarse de vez en cuando de algo, aún por las cosas superficiales, lo que no está bien es que nos embriaguemos sin mesura cuando estamos viviendo un proceso electoral en el que se definirá el futuro de nuestro país, es irresponsable entregarnos al fanatismo futbolístico cuando está a punto de ser insalvable el Tratado de Libre Comercio con Canadá y Estados Unidos; no tiene justificación tirarnos a la hamaca cuando en otros países, que sí son potencias mundiales, ganan una final de futbol, pero al otro día están al cien por ciento en sus asuntos nacionales.
Ridículo dejarnos llevar por la borrachera nacional enfundada en playera tricolor de futbol, ¿o no?
Vale la pena darse cuenta. Vale la pena intentarlo. ¿Estás dispuesto?
Abel Pérez Rojas (@abelpr5) es escritor y educador permanente. Dirige Sabersinfin.com