“Ni la ignorancia es tan grave como la apatía”
Abel Pérez Rojas
Es impensable que la población de un país medianamente civilizado tolere lo que los mexicanos hemos vivido en las más recientes décadas.
¿Por qué algunas naciones logran que las cosas cambien al rebelarse contra quienes los atropellan desde el poder económico y político, mientras los mexicanos permanecemos impasibles?
Para que tenga usted una idea es preciso recordar que estamos cerca de contabilizar más de 300 mil asesinatos en los últimos 18 años, es decir, conjuntando las dos administraciones políticas anteriores y la tendencia de la actual. A eso agregue usted la larga lista de feminicidios, secuestros…
Y cómo perder de vista que actualmente pesa una orden de aprehensión sobre el exgobernador Javier Duarte, cuyos señalamientos versarían, tan sólo en uno de los puntos, en un endeudamiento de la entidad que gobernó, por la cantidad de 35 mil millones de pesos.
A esas dos muestras anteriores sume también -como cereza que corona el pastel- el servilismo de nuestras autoridades ante las grandes corporaciones y el extranjero, en particular los Estados Unidos, que quedaron plenamente ejemplificados con la magnífica recepción a quien nos ha llenado de agravios: Donald Trump.
Seguramente mientras hago este recuento usted ya hizo mentalmente una larga lista de ultrajes y atropellos desde el poder. Pero, ¿por qué hemos soportado tanto los mexicanos?
A pesar de que el fenómeno anterior es complejo puede sintetizar de manera precisa: en México sucede todo lo anterior debido a la hiperapatía de su población sobre asuntos de carácter humanitario y social, que los políticos aprovechan para que todo permanezca a su favor.
La apatía que impera en los mexicanos trasciende con mucho la desidia, el desgano y la falta de interés mostrada por otros pueblos. Porque la de nosotros, los mexicanos, es producto de décadas ¿o serán siglos? de engaño, traición e ignorancia de parte de quienes ostentan el poder, proporcional a la indolencia creciente de la población que ha minado el aspecto emocional motor de la indignación.
Los mexicanos nos hemos vuelto insensibles a casi todo aquello que tiene que ver con la vida social, carentes de empatía, nosotros mismos nos hemos convertido en unos criminales en potencia… criminales desde la pasividad, porque con nuestra actitud contribuimos a que todo siga igual.
El individualismo nos ha nulificado, y tarde o temprano no dará para más y nos demostrará cuan inútil y contraproducente es aquella actitud en la cual nos escudamos, y que mostramos en tanto nosotros o nuestros familiares no sean víctimas de la violencia o de la injusticia.
Como la apatía de los mexicanos es de grado superlativo, no basta con “echarle ganas” ni con procesos de “concientización” superficiales, de lo que estamos hablando es de una situación social emocional que requiere de profundos procesos de sanación y reconciliación entre la ciudadanía para poder reinventarse y poner orden a una forma de organización social que ha demostrado su cadudicidad.
Mientras no sanemos como sociedad, nuestro estado emocional, que es el medio en el cual incuba la apatía, quienes ostentan el poder político y económico seguirán haciendo de las suyas. ¿Alguna vez nuestra indignación crecerá lo suficiente para decir: “ya basta”?
Abel Pérez Rojas (@abelpr5) es escritor y educador permanente.