El Cocotrón y el Sumobot son proyectos que la BUAP promueve con el fin de difundir la cultura científica y tecnológica. Son mecanismos que Daniel Mocencahua Mora, investigador de la Facultad de Ciencias de la Electrónica (FCE), inició con la convicción de acercar y atrapar a chicos y grandes en el mundo de la robótica.
Su ininterrumpida y destacada labor como matemático, docente y divulgador de la ciencia y tecnología le valieron uno de los cinco reconocimientos que otorgan la Secretaría de Educación Pública y el Congreso del Estado de Puebla, a través del Consejo de Ciencia y Tecnología del Estado de Puebla (Concytep): la Presea Estatal de Ciencia y Tecnología “Luis Rivera Terrazas” 2016, en el área de Ciencias Exactas y Naturales, en la modalidad Divulgación de la Ciencia.
Con dicho reconocimiento se distingue la trayectoria de Mocencahua Mora, un académico que a través de la divulgación de la ciencia, incentiva el desarrollo científico, tecnológico y humanístico de Puebla.
Mocencahua -así nombrado con cariño por sus alumnos- es un matemático BUAP nato: realizó sus estudios de licenciatura, maestría y doctorado en la Facultad de Ciencias Físico Matemáticas de la Institución. Aunque no está especializado en robótica, su interés y pasión en el área nació desde pequeño, pues desde entonces leía libros y cómics de robots. Nunca pensó que algún día tendría en sus manos algunos de ellos y que en torno a éstos emprendería grandes proyectos.
“Ya tenemos que ir pensando de qué forma conviviremos con los robots”, comenta Mocencahua Mora, fundador del Departamento de Gestión del Conocimiento, a través del uso de ambientes virtuales de aprendizaje: una red social adaptada para trabajos académicos, “un proyecto único que todos los profesores de la facultad utilizan”, señala.
Gran parte de sus actividades se centra en liderar el Hipercubo, un grupo de jóvenes de la FCE que se encarga de divulgar a los niños temas de robótica. “El objetivo es hacerles ver que el mundo de la tecnología no es difícil”.
Para ello, se organiza el Cocotrón, actividad en la cual exponen animatronics (máquinas que parecen estar animadas en lugar de robotizadas), disfrazados de personajes alusivos al Día de Muertos, con la narración de su respectiva leyenda. En sus últimas ediciones, el Cocotrón contó con la asistencia de casi 2 mil personas por día. “Ha habido leyendas muy bonitas que los muchachos rescataron y que no conocíamos. Esto se hace para romper con la vieja creencia de que los ingenieros no tienen formación cultural”, expresa.
El Sumobot es un proyecto más joven que consiste en enfrentar a prototipos mecatrónicos en una pelea parecida a las luchas de sumo; “resultan ganadores aquellos que destacan con su estrategia de equipo y el diseño de sus robots”.
Mocencahua Mora participa también en los talleres de Ciencia para Jóvenes y Ciencia para Profesores, ambos del INAOE. Fue miembro del comité organizador de Noche de las Estrellas, Reto México y del equipo que obtuvo el Récord Guinness por el mayor número de robots didácticos accionados por un tono de celular, Roboteando 2014.
Estas actividades reflejan su interés en potenciar la vocación científica de los jóvenes poblanos y que sean capaces no sólo de disfrutar la tecnología, sino también de crearla.
De las fantasías de Asimov, a una realidad consistente
En Mocencahua aún continúa el interés por la literatura de ficción: “Isaac Asimov (escritor que usó por primera vez el término de robótica) es uno de mis autores favoritos; también leo libros de Stanisław Lem y Horacio Porcayo; es padre disfrutar cuentos de hadas con personajes robots”.
Él está comprometido con su quehacer académico. Su labor –dice- no sólo es hacer prototipos electrónicos, sino facilitar a los alumnos los medios para que los realicen.
Aunque carece de productos tangibles, para él existen otros tipos de logros: conocer el éxito que muchos de sus alumnos tienen en el país y el extranjero.
Sobre su actividad de divulgación, que pareciera emanar de un gusto similar al que tiene un niño por sus juguetes, Mocencahua reconoce que la tarea es complicada: “la gente tiene el síndrome Frankenstein, cree que la tecnología se volverá contra su creador. Hay otros que conciben a los robots como tuercas y fierros, pero hay más allá; incluso se concibe una filosofía que en ciertas partes del mundo ya se cuestiona sobre la ética y los derechos del robot”.
Él cree que algún día se dará la convivencia entre humanos y robots. “La robótica es una línea de aprendizaje que me ha dado mucho. Me ha enseñado a comparar a los hombres y las máquinas. Me alegra saber que aún el ser humano no se comporta como una y viceversa”.
Mocencahua Mora relata una experiencia gratificante: “Un día que hacíamos una actividad de divulgación en el zócalo de Puebla, pasó un niño que lustraba zapatos. Presentábamos un arpa basado en rayos láser, en el que al pasar la mano, el instrumento producía alguna nota musical. Ese día el niño vio algo distinto: descubrió algo nuevo llamado tecnología. Esa es una de mis mayores satisfacciones”.