“Estamos perdiendo el tiempo mientras no entendamos
el origen del poder de quienes lo ostentan”.
Abel Pérez Rojas
Por sí solas, las marchas en México en contra de Donald Trump, le hacen lo que el viento a Juárez, y no es que no tenga el presidente norteamericano puntos débiles, lo que sucede es que están mal enfocadas porque no se han entendido esos flancos endebles, ni en qué se cimenta su arrogancia.
En nuestro país hemos visto manifestaciones en contra de Trump desde que era candidato, después arreciaron con su toma de protesta.
Son infaltables las pancartas en contra de Trump en las incontables marchas en contra del gasolinazo en todo territorio nacional, y fue el causante de la campaña en redes sociales para colocar en los perfiles la bandera mexicana o el escudo nacional.
Casi a la par del presidente Peña, Trump se ha convertido en el villano favorito de los mexicanos.
El más reciente episodio lo acabamos de vivir este domingo con la controvertida manifestación #VibraMexico, la cual por primera vez reunió a miles, tanto en la capital como en provincia, bajo el fin ex profeso de manifestarle al presidente norteamericano el rechazo de los mexicanos a sus políticas.
¿Todo esto va a cambiar sus decisiones que provienen de los compromisos de campaña adquiridos con los votantes que lo llevaron al poder?
Definitivamente no.
El principal compromiso que tiene Donald Trump es con los millones que votaron por él y lo llevaron a la Casa Blanca. Eso lo tiene muy claro y como empresario que es, sabe que lo van a evaluar por resultados y no por la simpatía que tengan de él sus vecinos.
En ese contexto debe entenderse que no le ha importado abrir un frente de batalla en contra de los gigantes de la comunicación de su país, ni en contra de la población de origen migrante, porque a pesar de ellos llegó a la presidencia de los Estados Unidos.
Trump no sólo no va a dar marcha atrás a lo que ha prometido ni a lo que ha emprendido, sino que a mi parecer va a cobrar más vigor después de que su popularidad creció entre los trumpistas del 82 al 84 por ciento, según Gallup.
Debe entenderse que hasta ahora la única piedra que ha encontrado Trump en su camino ha sido el poder judicial, el cual le ha marcado un alto en su polémica medida de veto migratorio.
Mientras no se socaven las instancias norteamericanas, las cortes de aquel país sí serán un valioso contrapeso y freno a los arrebatos del millonario presidente.
Por otra parte, a diferencia de las marchas en México, las manifestaciones en aquél país sí pueden incidir en la aplicación de las medidas decretadas por Trump, porque sin lugar a duda serán un enorme respaldo a las asociaciones dedicadas a la defensa de derechos humanos y a la protección del medio ambiente; y en el ámbito público, a la fortificación de las autoridades locales que decidan resistir bajo el modelo de Ciudades Santuario.
La Marcha de las Mujeres del pasado 21 de enero, tal vez sea la mayor referencia hasta ahora de cómo plantear una manifestación de repercusiones internacionales en contra de Trump.
La Marcha de las Mujeres debió de haberse replicado multitudinariamente en México, como un gesto de solidaridad con el pueblo norteamericano, pero en el reconocimiento de que es el pueblo de aquel país el que sí le puede poner un alto a su presidente y que por supuesto estamos con ellos.
Creo que las marchas en México, más que en contra de Donald Trump, deberían centrarse en poner tal presión al gobierno federal que no le quedará ninguna rendija, ninguna posibilidad de negociación a nuestras espaldas, y que no le quedara de otra más que seguir una verdadera estrategia patriótica y, en el ámbito exterior, un hermanamiento real con los países del resto del mundo, en particular con Latinoamérica.
Así que, las marchas en nuestro país en contra de Trump sirven como catarsis y para ver que somos millones los que no comulgamos con sus políticas, pero en los hechos, le hacen lo que el viento a Juárez, sobre todo si en secreto el gobierno mexicano ya estableció acuerdos con él.
¿Qué le parece?
Abel Pérez Rojas (@abelpr5) es escritor y educador permanente.