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MONSERRAT GALÍ, ACADÉMICA CON RIGOR

  • A través del posgrado ha guiado al menos 50 investigaciones sobre el arte en Puebla: “Podemos decir que creamos, de alguna manera, una escuela de historia del arte en Puebla”.

Montserrat Galí Boadella es una historiadora del arte. En su seminario “Puebla, ciudad episcopal”, la investigadora del Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades (ICSyH) de la BUAP propone una nueva perspectiva sobre los estudios históricos en la capital del estado, lo cual fundamenta en el hecho de que los españoles eran “una minoría inmersa en un mundo indígena”. Así, el enfoque integraría la participación indígena en el desarrollo de la ciudad.

Académica adscrita al Posgrado de Historia del ICSyH -antes directora del Museo del Chopo, encargada de Publicaciones y Difusión de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH) y catedrática en instituciones de educación superior-, ha desarrollado el tema del arte vinculado a la sociedad durante los siglos XVII y XIX, en la ciudad de Puebla. Madre de dos hijas, conjuntar la academia y la maternidad le ha significado “trabajar mucho y dormir poco”. En ella se revelan dos facetas: la académica con rigor y la mujer risueña.

Su experiencia docente comenzó desde su adolescencia. “Desde que tenía 16 años empecé a dar clases de música en escuelas”, comenta efusivamente en su cubículo, ubicado en la Casa Presno. Además, después de realizar estudios en Europa, comenzó a impartir clases en la Facultad de Estudios Superiores Acatlán y la Universidad Anáhuac. Durante su estancia en la ENAH, fundó el Premio de Fotografía Antropológica: “estaba encargada de la difusión cultural y daba precisamente unas clases de fotografía e historia y de cine e historia, porque tenía yo esa formación, por mi experiencia en Yugoslavia”, narra.

A pesar de que gran parte de su trabajo tiene como objeto la capital de Puebla, nació en la Ciudad de México y es hija de catalanes exiliados, quienes llegaron al país debido a la Guerra Civil Española. Regresó a Europa a cursar estudios universitarios, pero con la intención de retornar a México. Posteriormente, cursó estudios de posgrado en la UNAM y se desempeñó como directora del Museo del Chopo. Desde 1994 vive en la ciudad de Puebla y desarrolla investigaciones en torno al arte novohispano, con énfasis en el patrocinio episcopal.

Formación académica

En su tesis de licenciatura, en la Universidad de Barcelona, la joven Montserrat decidió elegir un tema que se relacionara con México, ya que su intención era regresar a vivir al país. Así, optó por estudiar las obras de Pedro García Ferrer en la Catedral de Puebla. Dicho artista barroco llegó a la ciudad con Juan de Palafox y Mendoza, en el siglo XVII, y diseñó la cúpula de la catedral. Además, pintó seis lienzos para la decoración de la capilla de los Reyes e hizo el diseño del tabernáculo barroco.

“Yo estudiaba también música y la historia del arte me permitía juntar las dos cosas: la historia y la música, las artes y la historia”, indica. Fue alumna del Conservatorio de Música del Liceo de Barcelona, donde estudió guitarra. No obstante, ahora se dedica a la flauta –la flauta barroca.

Posteriormente, continuó su formación musical en Alemania; estos estudios le permitirían, más tarde, dar clases en el Colegio Alemán, en Bolivia.

Tras sus estudios en música, llegó en 1972 a Croacia, como ella misma apunta, por “circunstancias especiales de la vida”: el hombre que después sería su marido, de origen boliviano, llevaba muchos años viviendo en lo que en aquel tiempo era Yugoslavia. Además, se vio entusiasmada por una profesora cuyos estudios en historia del arte eran muy avanzados, ya que incorporaban la hermenéutica y la semiótica, entre otras disciplinas. Así, Montserrat Galí cursó la maestría en Comunicación Visual.

Al concluir sus estudios de maestría y después de dos años de vivir en Bolivia, en espera de los trámites para que su esposo cursara el posgrado en México, la investigadora regresó a su país natal. Más tarde, cursó un doctorado en la UNAM, donde desarrolló el tema de la llegada del romanticismo a México: “no había entrado a partir de la pintura, la escultura ni la arquitectura, sino a través de la danza, la música, la poesía, el teatro, la ópera… esas otras artes que sí habían entrado a México desde los años 20, por lo menos. Inclusive que era un romanticismo anterior, supuestamente, al romanticismo en Francia y en España”, afirma.

Museo del Chopo y llegada a Puebla

Antes de ser directora del Museo del Chopo, Galí afirmaba que era el único museo de la Ciudad de México que le interesaba. Llevaba regularmente a sus hijas al teatro infantil del recinto a ver al grupo Serendipity “y pensaba: qué lugar tan interesante”, relata. “Un día por casualidad me llaman y me dicen que si quiero ser directora del Chopo, lo cual parecía así como una broma”, narra entre risas.

A pesar de que considera este periodo como una experiencia muy interesante, no le hubiera gustado dedicarse toda la vida a ese ámbito. “Es muy desgastante. Después de trabajar con los artistas, se acaba uno hartando y odiando a los artistas vivos”, cuenta. La doctora Galí, sentada en su cubículo de la Casa Presno y entre más risas, comenta: “Yo dije: los únicos buenos artistas son los muertos porque no dan lata; los artistas vivos son muy pesados”.

Una vez concluida su gestión en el Museo del Chopo, en 1994, Galí llegó a Puebla: “estaba muy cansada de la Ciudad de México, seguía trabajando temas de Puebla y tenía amigos y conocidos, así que decidí venirme a vivir”. Así, decidió tomar un año sabático para concluir su tesis de doctorado. En este tiempo, fue invitada a impartir una asignatura en la Universidad Iberoamericana Puebla, puesto que ya había sido docente en la sede de Santa Fe.

Ese mismo año tuvo contacto con el maestro Alfonso Vélez Pliego, fundador y entonces director del ICSyH. En octubre del 94, la doctora Montserrat Galí ingresó a la BUAP, en el área del Posgrado de Historia. Durante su trabajo en el ICSyH ha desarrollado el tema del arte en relación con la sociedad durante los siglos XVII y XIX, en la ciudad de Puebla.

En su seminario titulado “Puebla, ciudad episcopal” propone una nueva perspectiva sobre los estudios históricos en la capital del estado: “lo que menos había en Puebla era españoles. Los españoles eran una minoría inmersa en un mundo indígena e, inclusive, lo que llamamos españoles no existía en esa época. Había gallegos, vascos, aragoneses, andaluces, extremeños. Se habla de los reinos de Castilla: el concepto de España es un concepto ya tardío, del siglo XVIII”, apunta. Así, el enfoque propuesto permite integrar la participación indígena en el desarrollo de la ciudad.

Además, gracias a sus vínculos con la UNAM, específicamente con el Instituto de Investigaciones Estéticas, se puso en marcha una colaboración entre ambas instituciones, en 2008 se comenzó a impartir en Puebla la Maestría en Historia del Arte. Derivado del posgrado “podemos decir que hay como 50 tesis, por decir algo. Esto quiere decir que son 50 investigaciones sobre el arte en Puebla, que no existían. Entonces, yo pienso que sí fue un buen resultado, en definitiva. Se logró poner al día la investigación sobre el arte en Puebla. Todos los egresados están trabajando en proyectos interesantes. Podemos decir que creamos, de alguna manera, una escuela de historia del arte en Puebla”, indica.

Montserrat: mujer comprometida

Al preguntarle si tiene hijos, la doctora Galí responde seria: “sí, tengo dos hijas”. En la expresión de su rostro puede verse el semblante de una mujer con decisión.

-¿Cómo logró conjuntar la investigación y la maternidad?

-Trabajando mucho y durmiendo poco.

Al concluir su doctorado, recuerda, “uno jura, jura, como profesional, ser consecuente y defender lo que durante su carrera le han enseñado. Así que yo juré defender el patrimonio porque es mi profesión. Yo soy historiadora del arte, estudio el patrimonio”. La lealtad a sus principios en algunas ocasiones la ha llevado a situaciones ríspidas, pero tiene en claro cuál es su deber como historiadora del arte.

Asimismo, está consciente de la responsabilidad social que los especialistas de su rama tienen para con la sociedad: “todos tenemos una responsabilidad social. Hay cosas que sabemos que no están bien dentro de nuestra propia profesión, nuestra propia práctica profesional, pero eso se aprende en la universidad”. De esta manera, el papel de la universidad no queda únicamente en el conocimiento impartido al alumno, sino también compete a su formación ética como un profesional.

Al concluir la charla, la luz matinal se entrevé por la ventana de su cubículo. Montserrat Galí, la historiadora del arte en Puebla, se despide afectuosamente y promete café para la siguiente entrevista.

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