- Incorporan bacterias promotoras del crecimiento de plantas para mejorar los procesos de fitorremediación.
Para preservar especies vegetales contaminadas por la presencia de metales en zonas mineras, investigadores del Cuerpo Académico de Control de la Contaminación Ambiental, de la Facultad de Ingeniería Química (FIQ) de la BUAP, llevan a cabo un trabajo de biorremediación de suelos, que consiste en incorporar bacterias promotoras del crecimiento de plantas, para mejorar los procesos de fitorremediación.
“La biorremediación es un proceso en el que se utilizan microorganismos para degradar, transformar o estabilizar compuestos tóxicos. En este método existe un subproceso conocido como fitorremediación, que consiste en aprovechar las capacidades de las plantas para acumular metales y evitar que lleguen al aire y a los mantos acuíferos”, explicó José Carlos Mendoza Hernández, investigador de la FIQ e integrante del citado cuerpo académico.
De acuerdo con el académico, los residuos de jales de mina, además de afectar el crecimiento de las especies vegetales, pueden filtrarse y contaminar los mantos acuíferos profundos que llegan a las regiones habitadas cerca de las minas, así como dispersarse a través del aire, lo que pondría en riesgo a la población.
Explicó que su método consiste en una fitoestabilización de compuestos tóxicos como arsénico, plomo, mercurio, zinc, manganeso, cromo, hierro, cobre y níquel, con la ayuda de bacterias que son resistentes a éstos.
“Para conseguir la estabilización utilizamos microbios que contribuyen a que las plantas resistan las condiciones adversas. Las bacterias son capaces de tolerar diferentes concentraciones de metales, pueden biosorberlos y además son promotoras del crecimiento vegetal”, detalló.
Estos microbios, continuó, “segregan fitohormonas para propiciar el crecimiento y mediante un control de enzimas disminuyen el estrés de las plantas. De igual forma, proporcionan una mayor cantidad de fosfato a través de un proceso de solubilización, así como la captura de hierro por medio de sideróforos, compuestos secretados por las bacterias, lo que ayuda a la inhibición de organismos patógenos”.
Las bacterias son obtenidas de la rizósfera de las zonas contaminadas cercanas a las minas, mismas que al estar en contacto con los metales generan una resistencia natural.
El también coordinador de la Licenciatura en Ingeniería Ambiental, de la FIQ, informó que han aislado 20 cepas que cumplen con las propiedades anteriormente mencionadas, entre las que se encuentran Serratia, Enterobacter, Klebsiella y Pseudomonas, entre otras, las cuales fueron obtenidas en Zimapán, Hidalgo.
A la fecha, han realizado pruebas en invernaderos con girasoles e higuerillas, con buenos resultados. “Sin la ayuda de los microorganismos el crecimiento es muy lento, debido a las condiciones adversas en las que se encuentran, pero gracias a este método su desarrollo mejora considerablemente”.
El investigador, quien es doctor en Ciencias Ambientales por la BUAP, detalló que una vez que los microbios son aislados en medios selectivos, se mezclan con diferentes fuentes de nitrógeno, para verificar que se produzca la actividad de promoción de crecimiento.
“Posteriormente, replicamos esta metodología a gran escala para obtener una suspensión bacteriana que es aplicada a las plantas. A los diez días se observan los efectos benéficos de las bacterias sobre las especies vegetales, a diferencia de aquéllas a las que no se les suministró la suspensión, las cuales mostraron un crecimiento mucho más lento”, afirmó.
Esta investigación, en la que participan las doctoras Gabriela Pérez Osorio y Janette Arriola Morales, del Cuerpo Académico de Control de la Contaminación Ambiental de la FIQ, sigue en etapa de desarrollo. El siguiente paso es hacer pruebas de campo para conseguir la fitoestabilización de los metales, una vez que se ha probado en el laboratorio el efecto de las bacterias en las plantas.